A lo largo de esta exposición -y del desarrollo del blog-, que sin duda ha sido una travesía gratificante para todos nosotros en su realización, probablemente notaron el uso de parodias o de filtros a la hora de representar obras de arte. También habrán notado que los siete colores utilizados para reflejar los siete puntos reflejados son los mismos que aparecen en la pantalla inicial de la televisión, o que en la primera diapositiva la mano de Dios está pixelizada. Aunque podría sugerirse irrespetuosa esta estrategia, contamos con la plena seguridad que aquellos grandes hombres del Renacimiento harían lo mismo que nosotros, pues el Renacimiento fue un movimiento que consistió en romper con el orden establecido en mejoras del hombre. En este momento, lo tenemos todo para volver a renacer, considerando el resurgimiento de pseudociencias y el estado de hipnosis que parece sacada de 1984 que nosotros estamos sufriendo por el Internet. Michelangelo no descartó las técnicas medievales
Como en todo movimiento histórico, la filosofía renacentista fue crucial en el desarrollo del resto de puntos, y por ello estamos dándole a esta exposición un exquisito cierre. La filosofía renacentista tuvo tres corrientes básicas, a veces complementadas entre sí: el humanismo, el racionalismo y la antiescolástica. Antes de describir minuciosamente cada una de ellas, nos gustaría definir qué es la filosofía y qué son las corrientes filosóficas. La filosofía, cuyo significado literal es el amor a la sabiduría, es una doctrina que usa un conjunto de razonamientos lógicos y metódicos sobre conceptos abstractos como la existencia, la verdad y la ética basados en la ciencia, las características y las causas y efectos de las cosas naturales como el ser humanos y el universo. Por su parte, las corrientes filosóficas son las distintas agrupaciones de filósofos que se reúnen y definen según las características comunes y opiniones compartidas sobre filosofía. Sabiendo ello, pasaremos a de